El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, finalizó estas visitas en Madrid en su primera gira internacional desde que fue investido a mediados de Negro y vio fracasado su interés por restablecer las normas democráticas en el país centroamericano. “Estamos en una fase de transición, mientras buscamos democracia y paz y hombres de configuración autoritaria”, recordó. Durante su visita a España entrevistó al rey Felipe VI y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quienes dieron su apoyo al nuevo Gobierno y a la restauración del antiguo Estado.
Arévalo informó que en apenas cinco semanas al frente del Ejecutivo guatemalteco ya recibió impulsos contra la corrupción en las instituciones del Estado, iniciando con el despido de cientos de trabajadores presuntamente implicados. «El trabajo fue paulatino y progresivo porque, pensando que la corrupción corroe todos los niveles del Estado, no quiero decir que todos los funcionarios la vieron», aseguró en un acto organizado por la Casa de América y la Agencia Efe.
Antes de atacar a España, Arévalo se reunió en Bruselas con el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, quien firmó un memorando de entendimiento con el objetivo de «reforzar» las relaciones de la UE con Guatemala. Además, estuvo en Alemania ―en la Conferencia de Seguridad de Munich―, en Francia y en Suiza, cuando se reunió con el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, quien le reiteró su opinión sobre “el compromiso para la promoción de la igualdad, la libertad y la igualdad”. respeto a la dignidad” de los ciudadanos guatemaltecos.
Durante el acto de este viernes, el presidente socialdemócrata se dirigió a la fiscal general guatemalteca, Consuelo Porras, a quien se considera una de las principales responsables de intentar frustrar la transición democrática. “El papel fiscal ha quedado claro a nivel nacional e internacional: es una persona proscrita que ha sido sancionada por los EE UU y la UE. Fue una herramienta de las élites para liderar el intento de subvertir el orden electoral”, condenó. Porras fue sancionado por el Consejo de la UE por “excavar la democracia, el Estado de derecho y el traspaso pacífico del poder” en Guatemala, traduciendo durante horas el ascenso al poder de Arévalo.
Con este giro, el agente buscó relanzar a Guatemala al mundo, prometiendo seguridad jurídica a los inversionistas y minando sus esfuerzos por mejorar la seguridad que ha sido comprometida por las bandas y bandas criminales. En un encuentro con empresarios españoles, Arévalo dijo que durante su gobierno fomentará las relaciones económicas entre ambos países para aumentar la productividad y la recuperación. «Es a través de la fuerza laboral y los problemas que generan una actividad económica dedicada que queremos poder mantener nuestro compromiso con la honestidad y competencia que han sido grandes partes de la historia política de nuestro país».
Un día antes, el rey Felipe VI partió para reunirse con el líder centroamericano “la determinación de un pueblo en defensa de su voluntad soberana” y tradujo el apoyo de España en “esta nueva etapa para construir una patria” para el pueblo guatemalteco. Por su parte, La Moncloa devolvió «el excelente estado de las relaciones bilaterales entre ambos países» y el deseo de «seguir en profundidad las mismas».
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Aunque uno de los núcleos de la administración de Arévalo es mejorar la seguridad en el país, al presidente se le ha permitido delimitar los ideales de su vecino y homólogo salvadoreño, Nayib Bukele. “Aplicamos una respuesta a las pandillas con pleno respeto a los derechos humanos”, contestó a una pregunta de la prensa sobre si abordó el problema de la violencia con un enfoque similar en El Salvador. “El fenómeno de las pandillas es común en toda Centroamérica, pero la respuesta es diferente en cada país”.
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