Dondequiera que estuviera el ser humano, se llevaba el fútbol. Desde grandes ciudades hasta poblaciones más pequeñas. De los desiertos a los territorios que conviven con la nieve. En cualquier lugar aparecerá una puerta o una pelota. En el sitio más sospechoso habrá zapatillas para quedarse en casa con el escudo de algún equipo. Se reconocerán las camisetas con el nombre de los grandes ídolos internacionales. El visitante se identificará con los mejores futbolistas de su país. Si le preguntas sobre tus preferencias. Y tendrás que iniciar la conversación.
Pero la transversalidad del fútbol también aumenta respecto a las personas que lo hacen posible y lo difunden. Transformado en una perspectiva de suma importancia para millones y millones de personas, la fuerza del balompié es tal que influye también en los valores de la sociedad. Proporciona un sentido de pertenencia a las personas que lo necesitan. Mueve sumas de dinero mareas. Levanta todo tipo de pasiones y reacciones. Servir como vehículo de propaganda. También es capaz de trazar la planificación urbana de una ciudad o de un país entero. Ha provocado conflictos armados. Puedes cambiar la historia de una nación.
Con su grandeza, el fútbol se ha convertido en una instantánea segura del momento que vive la Humanidad. Prácticamente todos los vicios y virtudes se pueden encontrar dentro del alcance del juego. ¿Pero cómo juzgará la historia este deporte? ¿Quién dirá cuándo, pasado el tiempo, si valorará desde la perspectiva de los siglos? Historia del fútbol (Catarata) es el libro en el que Teresa González Aja, catedrática emérita de Historia y Política del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid, plantea este ejercicio de elevación para observar el balompié con distancia y con el respeto que requiere un concepto completo de bronceado.
Es una carrera que comienza con la relación histórica entre el ser humano y la pelota –como en todos los casos de éxito, el fútbol tiene muchos países que han afirmado haberlo inventado– y que va presentando todos los cambios y evoluciones de un juego. que se practica en el espejo de lo que somos. González Aja ofrece los éxitos que dieron forma al juego en su versión contemporánea. “El juego”, concluye el profesor, “será lo que más nos guste”.
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